15:23
B. soñó el otro día que un servidor era un espía soviético. Precisamente, el mismo día en que terminé mi primer Manifiesto cinematográfico, a la manera de Vertov, en favor del cine que a mí me da la gana. Todo encaja. Soy, pues, un espía a sueldo de un país que no existe más, y mi primer encargo consistió en anotar todas las conversaciones que se produjesen a mi alrededor, entre las 12:24 del mediodía y las 15:38 de la tarde. Ayer.
Ciudad intederminada del hemisferio norte. Europa. 15:23. Restaurante de comida rápida. Cuatro amigas de entre 34 y 37 años. Restos de comida nada baja en grasas.
Chica 1: P. quiere cambiar de coche.
Chica 2 (con cara de asombro): ¿Y el descapotable?
Chica 1 (con gesto de desdén): Bah, se ha cansado de él. Quiere un todoterreno que ha visto. Un Audi, creo. Gris. Sí. Gris.
Gestos de aprobación de Chica 2, Chica 3 y Chica 4.
Chica 1: Y fijáos, el día del atentado de Barajas, él estuvo a punto de aparcar el descapotable allí. Me llamó, todo enfadado: "¡Qué mala suerte! Si lo llego a aparcar, ahora el seguro me habría pagado el coche nuevo. Qué putada. Ya es mala suerte, joder".
No, a los espías soviéticos no nos está permitido insultar, emitir juicios o tirar refrescos de cola por la cabeza de nuestras presas.
8 comentarios
J. -
Y escribe.
Iosu -
sincopado -
J. -
Nahum -
Ordelina -
Peter -
J. -