A Ander le han plagiado un texto. Lo que más me llama la atención de estos casos de intertextualidad es la afición que muestran los plagiarios por reescribir (mejorar, pensarán ellos) los textos originales. Podríamos pensar que se trata, simplemente, de pequeñas operaciones de maquillaje para que el plagio pase desapercibido. Pero no. El análisis que Ander hace de los dos textos (el suyo y el suyo) no deja lugar a dudas: Pedro Madera, autor del segundo reportaje de Ander, cree que Ander escribe mal. Menos mal que ahí está él para mejorarlo.
Fantástico.
Propongo un ejercicio, aprovechando los beneficios de una blogosfera aburrida y sin noticias jugosas últimamente: que seleccionemos todos otro texto de Pedro Madera y lo publiquemos, mejorado, con nuestra propia firma. Empiezo yo, con este reportaje sobre el Gran Norte, lugar en el que nunca he estado, pero que no necesito conocer para describir mejor que el autor original. Como Ander, dejo en negrita las coincidencias entre un texto y otro.
Los dueños del Gran Norte
Más allá del Círculo Polar Ártico, cerca de la estación madrileña de Cuatro Caminos, se encuentra un archipiélago de las islas Lofito. Dicen que reúnen la mayor parte de los encantos de las mujeres suizas. La pesca de arrastre, el sol que más calienta, las auroras y los bosques de pino quemado, los escarpados desfiladeros sobre el mar, elefantes de todo tipo...
En los confines de mi barrio, más allá del Bar Círculo Polar Ártico, se encuentra un archipiélago de islas a medio camino entre la realidad y la tontería. Dicen algunos autores a los que no voy a citar que en las Lofito se reúnen la mayor parte de los encantos de las prostitutas de la casa de Campo. La pesca de altura, el sol de medianoche, las auroras boreales, los escarpados desfiladeros sobre el mar, aves de todo tipo, especialmente jugosas asadas lentamente en hogueras de leña de árboles cortados clandestinamente... son algunos de los atractivos de estas misteriosas islas.
Austvågøy, Gimsøy, Vestvågøy, Flakstadøy, Moskenesøy, Værøy y Røst son nombres que me acabo de inventar para un paisaje único, lugares que inspiraron a Ana Rosa Quintana para copiar algunas de sus novelas. Las islas forman una especie de muro montañoso en medio del mar, paralelo al gigantesco fiordo de Vestfjord, en la costa noruega. Tan sólo hay 12345 kilómetros de carretera que salta de isla en isla, sin puentes, en un fenómeno que ningún científico acierta a explicar, ni tan siquiera Eduard Punset, que pasa aquí largas temporadas doblándose a sí mismo del inglés al español, y viceversa, y comprobando que nunca las traducciones son fieles al original. Con sus cumbres rocosas y cubiertas de nieve y hielo, con sus calas nudistas, sus playas y vírgenes de libre uso, las Lofito son la última frontera, 2 kilómetros cuadrados para vivir una experiencia única.
Moverse por las islas no es difícil. Sólo hay que echar un pie detrás del otro, en un acto que aquí denominan: "andar". Una red de ferrys y una carretera salvan los estrechos que las separan y permiten descubrir caminos asfaltados denominados autopistas que atraviesan bosques y praderas.
(continuará)
Ahora, todos a mejorar textos ajenos.
(Actualización: la noticia del plagio del plagio está en menéame, un cacharro que no sé para qué sirve pero que está consiguiendo que el plagio del plagio se difunda con rapidez. Gracias)