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Circo

Circo

No soy la mujer barbuda, ni el hombre bala. Tampoco el payaso ni el enano, ni el trapecista, el domador o la chica al que el mago corta en mil pedazos todas las noches. Pero trabajo en un circo. Y todas las mañanas, cuando entro por la puerta, y veo la pista vacía, los caballos dormitando en sus cuadras y las caravanas de los artistas cerradas, dormidas, me acuerdo de mi abuelo, al que tanto le gustaba el circo, y que no perdió una sola ocasión de ir a verlo con la excusa de sus nietos pequeños, y de una tarde en Coney Island, al borde del mar, símbolo de un verano inolvidable. 

Pedrada

El otro día tocó en Madrid un grupo de abuelos que alguna vez fue un grupo de rock. Y no fui a verles.

Van a regalar 2.500 euros por tener un hijo. ¿Con Iva o sin IVA, con factura o sin factura, en A o en B?

Si riego las plantas, se mueren. Si no las riego, también.

Y quiero pensar que nada de esto puede ser casualidad. No puede ser una de esas cosas que pasan.  

85.50.162.55

Pide una IP fija, dijo el informático. He buscado en carnecerías, colmados, decomisos y grandes superficies, sin éxito. Y me acuerdo de cuando no existía internet, escribía con bolis azules (ahora son negros) y quemé la mesa de estudio mientras preparaba, sin demasiado interés, un examen de Física y Química. 

Terror

Terror

Metieron mano en mi mochila. El teléfono (movible) les decepcionó enseguida: no es en color, no tiene juegos, no tiene tono-politono-sonitono. Sólo vibra. Y mal. Enseguida descubrieron la cámara. 

- ¿Qué es? (los cuatro, al unísono)
- Una cámara de cine
- ¡Grábanosgrábanosgrábanosgrábanosgrábanosgrábanosgrábanosgrábanos
grábanosgrábanosgrábanosgrábanosgrábanosgrábanosgrábanosgrábanos!
- Sólo si pensáis una historia

Y la pensaron: un monstruo (mi madre) les persigue por un bosque (el parque infantil) hasta que encuentran una barca (un columpio viejo), se montan, reman, les pilla una tormenta (su hermano mayor) y se ahogan en el mar (un cesped mal cortado). 
Dura un minuto y treinta y dos segundos y es mi primera película de ficción. 

Presidente

 

 

Afino y rediseño mi plan para convertirme en presidente de internet. Y decido que ya no quiero ser presidente, prefiero ser dueño. Dueño de internet. Acaparar, bajo el manto protector de la dictadura del proletariado-nomeacuerdo, todas las webs, blogs, emails y foros. Así que inicio ahora mismo la campaña de expropiación de páginas en manos de las hordas burguesas y capitalistas. ¡Temblad, blogs enemigos, pronto estaréis en manos del pueblo!

SPAM

SPAM

Siguiendo la última tendencia en blogs (esto es, convertirlos en fuentes de dinero con las que subvencionar vicios inconfesables), he decidido reconvertir nomeacuerdo en una autopromo de mismo . A partir de ahora, cada post será en realidad un link hacia nomeacuerdo , para incrementar escandalosamente las visitas y así lograr mi objetivo secreto: convertirme en presidente de internet. Pincha aquí .

Y aquí.  

Y aquí

Y aquí

Y aquí

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Y aquí

Y aquí

Y aquí

 

A lo bestia

 

 

Hay costumbres que uno adquiere sin saber cómo y que pierde de la misma manera: rascarse la barbilla, llenar los vasos de agua sólo hasta la mitad o leer, todos los días, Letras enredadas. Era una buena costumbre (mejor que la de rascarse, que acaba provocando arañazos), pero la perdí. Ayer me acordé del que se esconde tras las letras enredadas y corrí a leerle. Y, después de un largo silencio, había vuelto a escribir. Releeré todos sus posts mientras me rasco.

Por correo

De "la fiesta de la democracia" (asesinaría a quien sea capaz de decir esa frase sin sonrojarse) destaco mi tentación de introducir una loncha de choped en el sobre de votación por correo. Me reía de sólo pensar la cara del vocal de mesa encargado del recuento. Y la discusión: ¿es choped o es mortadela? ¿Izquierda o derecha? ¿En blanco o nulo?

SMS

SMS

Prosigo mi labor de espionaje industrio-sentimental. Domingo, 11:45 h. Alguna ciudad del centro peninsular. Adelanto por una calle tranquila a un grupo de cuatro adolescentes. Camisetas de tirantes y pantalones más estrechos que mis calcetines. Tengo prisa. Pero al sobrepasarlas, cazo al vuelo la siguiente frase:

- No creo que consiga enamorarme nunca.

Y detengo el paso.

- ¿Por qué?, le pregunta otra.

- Porque las veces que lo he intentado, siempre me ha salido mal.

- Tía, seguro que encuentras uno y te enamoras.

- Que no, que a mí, aunque un tío me mande dos sms al día, ya no me enamora.

Acelero.

Nombre 1

Nombre 1

Imagínate que le llaman Juan Carlos.

Código

Doscientas personas hacen cola para recibir un autógrafo automatizado de un escritor enfadado permanentemente con el mundo y con los autógrafos. A. y unomismo acompañamos a J. en su lento peregrinar para recibir uno de los diez autógrafos que el escritorenfadadoconelmundo tiene preparados para sus discípulos. Y resulta que el escritorenfadado está contento, y decepcciona comprobar que no es el mismo que se deja ver en las columnas de los periódicos donde predica, que no insulta, educadamente, a los que le adoran, que firma complaciente el primer libro de J., y no rechista cuando le presenta el segundo.

Y pienso que si unomismo tuviese que firmar doscientos libros en una noche, escribiría frases automáticas, sin sentido alguno, con mensajes ocultos y códigos de la Segunda Guerra Mundial escondidos entre las letras para sembrar el caos y el desconcierto entre el público disciplinado.

Y luego nos tomamos unas cañas, bien contentos.

Audio_frame en otro marco

 

Me resulta imposible despegarme del pasado. Así como hay verdaderos artistas de la mutación, del autoborrado de su historia, de la negación de lo que afirmaron, no puedo dejar de reconocer que lo que soy es culpa y obra de lo que fueron lo que estuvieron antes que yo, de lo que fui hace un rato, de lo que fui hace mucho. Y ahí entran ellos. No está de moda, no se lleva, no aparecen en las revistas de tendencias, pero no puedo dejar de considerarlos parte de mi formación, de mi familia, de lo que representaron para gente querida. Triste es tener que encontrar esto en un lugar como este, pero será el signo de los tiempos, que han cambiado sin que me avisen.

Pantone/pantone

Pantone/pantone

Dos días pintando una casa al ritmo de David Bowie y sus viajes espaciales. La pared del pasillo es rojo bermellón. La del cuarto de trabajo es el pantone MT154. Me acordaré siempre. 

15:23

15:23

B. soñó el otro día que un servidor era un espía soviético. Precisamente, el mismo día en que terminé mi primer Manifiesto cinematográfico, a la manera de Vertov, en favor del cine que a mí me da la gana. Todo encaja. Soy, pues, un espía a sueldo de un país que no existe más, y mi primer encargo consistió en anotar todas las conversaciones que se produjesen a mi alrededor, entre las 12:24 del mediodía y las 15:38 de la tarde. Ayer.

Ciudad intederminada del hemisferio norte. Europa. 15:23. Restaurante de comida rápida. Cuatro amigas de entre 34 y 37 años. Restos de comida nada baja en grasas.

Chica 1: P. quiere cambiar de coche.

Chica 2 (con cara de asombro): ¿Y el descapotable?

Chica 1 (con gesto de desdén): Bah, se ha cansado de él. Quiere un todoterreno que ha visto. Un Audi, creo. Gris. Sí. Gris.

Gestos de aprobación de Chica 2, Chica 3 y Chica 4.

Chica 1: Y fijáos, el día del atentado de Barajas, él estuvo a punto de aparcar el descapotable allí. Me llamó, todo enfadado: "¡Qué mala suerte! Si lo llego a aparcar, ahora el seguro me habría pagado el coche nuevo. Qué putada. Ya es mala suerte, joder".

No, a los espías soviéticos no nos está permitido insultar, emitir juicios o tirar refrescos de cola por la cabeza de nuestras presas.

 

Con/sin

Con/sin

Sin:

- ¿Este ascensor tiene memoria?
- No
Y cuando él se bajó, yo apreté el botón de siempre.

Con:
- ¿Este ascensor tiene memoria?
- Sí
- ¿Mucha?
- Bastante. Recuerda mi cara de susto cuando llevé a casa el primer suspenso, los besos fugaces de la señora del tercero con el marido de la del cuarto, la mochila que me acompañó durante años al colegio, la primera noche que llegué tarde, y me bajé dos pisos antes, para que el ruido no me delatase, todas esas veces que, despistado, pulsé su piso en lugar del mío, y recuerda incluso, el nombre de aquellos que estuvieron a punto de comprar el piso antes que nosotros, y que no aparecieron el día en que tenían que entregar la primera señal.


Entre rusos

¿Es posible que la hermana de Andrei Tarkovski se parezca tantísimo a mi abuela? Supongo que pasar nueve días entre rusos, eslavos, ukranianos y mochilas sospechosas de contener uranio enriquecido trastornan la visión de la realidad. Y aunque su francés era tan malo como mi ruso, me respondo a mí mismo: sí. A partir de ahora, incluiré a Tarkovski entre mis ancestros. 

Dedicado a

Dedicado a

 

Nomeacuerdo ha cambiado. Cuando empecé a escribir esto, sólo mi ordenador, y los de los cibercafés ilegales donde actualizaba, sabían de su existencia. Ahora tengo fans anónimos, enemigos declarados, y de vez en cuando, hay quien me reclama que actualice. La última petición (y declaración de fidelidad al blog) se produjo el viernes, a altas horas de la madrugada, en un bar ruidoso. Pero, ¿qué contar cuando eres consciente de que (y de quiénes) te leen? Prefería el anonimato, la nocturnidad, la alevosía y la impostura. El silencio. Los mensajes anónimos en botellas de ceros y unos. La tristeza del contador de visitas sin estrenar. Para los que me leen, y para quien me reclamó que escribiese, un recuerdo prestado que siempre me hace sonreír. El 125 de Georges Perec:


"Je me souviens que Khrouchtchev a frappé avec sa chaussure la tribune de l´O.N.U."

Ser François Truffaut

No me acuerdo de la primera vez que ví Los 400 golpes, y quizás ahora tenga que verla, un día sí y otro también, mientras pongo en marcha las teclas en otra dirección.

Aparecer (o no)


Tengo cierta tendencia, cada vez más agudizada, a desaparecer. No llamo ni atiendo llamadas. No escribo correos y ni tan siquiera visito mi propio blog. O lo visito con nombres falsos, como si mi primer yo hubiese desaparecido, y yo fuese en realidad otro, al que no conozco. Aparecer. Desaparecer. Pienso en todo esto, y en cómo darme esquinazo sin que yo mismo me entere, mientras recuerdo cómo este guión , de aparecidos/desaparecidos fue de los primeros que leí de un tirón, una tarde nublada en una piscina ventosa. Apareceré de nuevo, para el estreno. O no.

Lluvia no rodada


Revisando mentalmente las imágenes que no rodé en mi viaje a Nueva York he recordado una especialmente: la lluvia torrencial, desde un café tranquilo, en una calle perdida de Queens. Saqué la cámara y quise rodar. Pero no. No había luz. O el sonido de la lluvia y mi cámara muda no llegaron a un acuerdo. Y ahora recuerdo sin rodar y, quizás, las imágenes que nunca rodé terminen por sustituir a mis verdaderos recuerdos.