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nomeacuerdo

Stalker

Stalker

Supongo que ya no se llevan. Que la coherencia y el sacrificio ya no están de moda. Que la comodidad y la diversión han ganado la batalla. Y quizás la guerra. ¿Entonces? Al monte, cual maquis de ciudad. 

Sonrisa

Sonrisa

He olvidado la compañía, he olvidado el escenario, pero no ese plano de diez minutos, único, real, sobre las caras de unos niños que contemplan una obra de teatro que el espectador sólo escucha. En sus rostros, dolor, miedo, gozo, sonrisas . La vida entera en diez minutos. Diez minutos más viejo.

Restaurando un restaurador

Restaurando un restaurador

Me acuerdo de cuando restaurador no significaba "cocinero  obsesionado por meter hidrógeno líquido en cualquier cocido", sino "señor que trabaja con paciencia en cosas antiguas". 

Wally

Wally

Transcribo de memoria: "Un día L. me contó que nunca podrá ser amiga tuya porque le recuerdas a un niño, de pelo negro y camiseta de rayas, que se le aparecía en sueños cuando niña. El niño no le hacía nada, sólo le miraba, en silencio, desde el quicio de la puerta". Y mientras me contaban eso yo recordaba el sueño más recurrente de mi niñez: los fosos de una ciudadela militar, en la que todos los niños de mi ciudad jugábamos de pequeños, repletos de esqueletos sonríentes. Todavía no he encontrado nadie que me recuerde a esos esqueletos. 

Año nuevo

Año nuevo

Algunos propósitos absurdos para el año que acabamos de inaugurar:


1. Que Plutón, al que gracias al bombardeo mediático conozco más que a mis vecinos de enfrente, vuelva a ser un planeta. 
2. Que la Ch vuelva a ser una letra y Cebrián deje de ser académico. 
3. Que la Ll vuelva a ser una letra y Sergi López deje de ser considerado actor. 

Suspender

Suspender

Me acuerdo de cuando compartía despacho con V., al otro lado del mundo. Estábamos cuatro personas en la misma oficina, y una de ellas recibía una visita semanal que nos traía de cabeza: hablaba durante horas, en voz muy alta, y siempre con un mismo tema: ella y sus éxitos. Al principio escuchábamos en silencio, resignados, su parloteo. Hasta que descubrimos el poder de la fuerza . Una palabra escogida al azar de su última frase, introducida en Google, producía resultados hilarantes. El resultado nos lo enviábamos por mail, de mesa a mesa y en directo, y nos reíamos cada vez más alto. Si metes "suspender" en Google imágenes sale eso de ahí arriba. Y no digo que sea gracioso.



Carta de ajuste

Carta de ajuste

Interrumpimos nuestra programación habitual (lenta y desmemoriada) para avanzarles una noticia de última hora. Según rumores bien informados (¿existe algo así?), Miguel Bosé publicará el año próximo un disco de grandes éxitos, en el que versioneará sus propias canciones a dúo con lo peor de la música internacional. Michael Stipe, el hombre hasta hace unos minutos conocido como "el cantante de REM y un hombre de buen gusto", participará en este enorme atentado mundial entonando junto a Bosé la reveladora "Lo que hay es lo que ves". Dejo abierta la posibilidad de incinerar todos juntos los discos de REM, y de paso, quemar también los de Bosé y Joaquín Sabina.

Salir

Salir

Y el caso es que a mí, esos papanoeles colgando de balcones y ventanas, en permamente escalada y expuestos a temperaturas glaciales durante días, me provocan un irrefrenable impulso de salir corriendo. 

Pinche aquí

Pinche aquí

No me acuerdo del día en que pinché en el primer enlace (aka link), pero ahora que el servidorproxywebjava de este blog no me deja incluirlos en los textos, me encuentro desnudo, expuesto, inseguro. Como Lucía Etxebarría sin Google. Como Paulo Coelho sin cuentos aborígenes. Como AR sin Ctrl+C.  

Dejar de

Dejar de


Me acuerdo de una película, Pinochet y sus tres generales, y de una reveladora entrevista con la esposa del dictador:

- ¿Algún defecto de su marido?
- Supongo que es un poquito autoritario. 

Y de noche, y con alevosía, afirmo que nadie puede desaprender a andar en bici. 

Se compra

Se compra


Me acuerdo de la primera casa en la que viví, de sus puertas y ventanas amarillas, y de que me opuse, sin conseguirlo, a que el cartel de "se vende" lo colocaran en mi ventana. 

Ejercicios de contexto

Chris Marker ya demostró hace medio siglo, en Lettre de Siberie, que las imágenes mienten dependiendo del contexto y el texto que las acompañen. Supongo que lo mismo ocurre con las palabras, que no son lo mismo dependiendo del contexto en que se sitúen. Tomemos pues las declaraciones de una conocida política española, en las que afirma que no llega a fin de mes con sus 100.000 euros anuales de sueldo. Ella afirma que las palabras han sido sacadas de contexto. Imaginemos, pues, diversos contextos. Las palabras exactas son estas:

- "No tener pagas extra me tiene mártir, las he tenido toda mi vida y las echo de menos en Navidad y en verano. No es que haga números a final de mes, ¡es que muchas veces no llego!".

Contexto 1:

- Mi adicción a la heroína va a terminar pasándome factura. Gasto tanto en jeringuillas y gomas para encontrarme la vena que no tener pagas extra me tiene mártir, las he tenido toda mi vida y las echo de menos en Navidad y en verano. No es que haga números a final de mes, ¡es que muchas veces no llego!

Contexto 2:

- Gasto tanto en ropa cara, en lujos, en relojes rolex que no tener pagas extra me tiene mártir, las he tenido toda mi vida y las echo de menos en Navidad y en verano. No es que haga números a final de mes, ¡es que muchas veces no llego!

Contexto 3:

- Dedico el 100% de mi sueldo a obras benéficas, y no tener pagas extra me tiene mártir, las he tenido toda mi vida y las echo de menos en Navidad y en verano. No es que haga números a final de mes, ¡es que muchas veces no llego!

Contexto 4:

- El mantenimiento del palacio privado en pleno centro de Madrid en el que vivo es tan caro que no tener pagas extra me tiene mártir, las he tenido toda mi vida y las echo de menos en Navidad y en verano. No es que haga números a final de mes, ¡es que muchas veces no llego!

Contexto 5:

- Los abrigos de invierno y los bañadores han subido tantísimo de precio en los últimos años que no tener pagas extra me tiene mártir, las he tenido toda mi vida y las echo de menos en Navidad y en verano. No es que haga números a final de mes, ¡es que muchas veces no llego!

No playa

No playa

Estos días de playas invernales me acuerdo mucho de mi abuelo gallego, que odiaba la playa y compró una casa frente a una bien grande, y bien desierta, para que pudiésemos disfrutar los demás. Era antes de la especulación, antes de las masificaciones, antes de casi todo, y de aquella época sólo recuerdo a Nerón, un perro enorme que salió a pasear y no volvió, el traje de mi abuelo, siempre igual aunque no el mismo, y el olor a sardinas que llegaba desde el primer chiringuito de la historia. También recuerdo fotos que mi memoria quiere convertir en recuerdos vividos, y el extraño placer triste que proporcionan las playas vacías, frías y oscuras. ¿Se puede ser tan bello como una imagen, tan memorable como una canción?

Azaña

 

Por razones que no vienen al caso, llevo una temporada visitando páginas de informática y otras creencias sobrenaturales. No he podido comprobar si todos los usuarios o dueños de las páginas tienen, como manda el tópico, gafas de pasta y cristales gruesos, además del pelo grasiento, porque casi ninguno de ellos ofrece una foto para comprobarlo. Esta falta de transparencia me lleva a afirmar, sin temor a equivocarme, que efectivamente, todos ellos tienen gafas de cristales huesos y pelo grasiento. Pero el asunto que me trae aquí hoy es otro. En mi periplo informático he comprobado que el 99% de estas páginas contienen faltas de ortografía que equivaldrían, en un sistema judicial decente, a una cadena perpetua o a un regresión a los tiempos de la EGB. Al principio pensé que se trataban de simples despistes, y los pasé por alto. Más tarde opté por intentar corregirlos, educadamente. Y hoy he decidido no visitar nunca más estas páginas, después de recibir una curiosa respuesta al tratar de explicar por qué Azaña (señor al que mi abuelo admiraba mucho) no es lo mismo que Hazaña (señor al que mi abuelo no conocía de nada). Ahí va:

"...esto es un blog tecnológico y no trata sobre letras ni lengua castellana, así que no pasa nada por cometer unas faltas y te lo digo con respeto".

Personalmente, pondría una coma después de "faltas".

El cambio de estación

El cambio de estación

Mi mala memoria falla, y, raras veces, hay frases que se me quedan grabadas y me asaltan de vez en cuando. Estos últimos días, con la llegada tardía del otoño y la caída por sorpresa del invierno, me he acordado de J., que una vez, paseando por el Boulevar Artigas, me dijo que no podría vivir sin el cambio de estaciones. Ahora, por primera vez en tres años, he visto la transición del verano al otoño, las hojas, los vientos repentinos, la luz caída. He disfrutado, y ahora apunto recuerdos otoñales en las últimas páginas de mi libreta. Quizás, como J., yo tampoco pueda vivir nunca más sin el cambio de estaciones.

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Siempre leo al despertarme. Y siempre olvido lo que leo entre brumas. Pero el otro día cayó en mis manos la entrevista al hijo de una famosa muerta en extrañas circunstancias. La entrevista era previsible. Menos su última frase. .

- ¿Qué es lo que más recuerdas de tu madre?

- El libro. Siempre iba con un libro entre manos, para que la gente viese que leía. En realidad era siempre el mismo, al que le iba cambiando el forro. Y nunca lo leía.

Dormir sin sueño

Dormir sin sueño

Lo mejor de responder a una entrevista es la posibilidad de mentir. Reescribir tu propia vida, inventar una nueva personalidad o afinar una ya inventada. En las pocas que he concedido (soy como Salinger, pero íbero), he aprovechado para sembrar gazapos, difundir bulos o inventarme vidas no necesariamente mejores. Ahora me enfrento, con mi amigo J. C. a un cuestionario doble, dirigido a los dos, por una película breve e insomne que dirigimos hace tiempo, y que han decidido rescatar en un festival con patillas. Después de leer las preguntas, hemos decidido sumar nuestras respuestas, sin leerlas, y componer un cadáver exquisito del que saldrá una nueva personalidad, una nueva historia inventada, quizás más real que la real. Rescato esto de la primera respuesta doble:

Nosotros dormimos muy bien durante el rodaje. Hay amigos a los que ver el corto les ha dado insomnio. 

Detonador industrial

Detonador industrial

He esperado que pasase la marea informativa sobre el misterioso caso de la gallega con detonador en la maleta para exponer públicamente mis sospechas, acordes a mi espíritu conspirador y amante de las imposturas. Lo que hemos vivido, informativamente, con esta joven, ha sido una clara muestra de ceguera, o cobardía, por parte de los medios tradicionales. Para subsanar sus errores estamos la vanguardia.

La pregunta más repetida estos días ha sido una como esta: ¿quién pudo poner un detonador y unas balas en la maleta de una joven peluquera inocente? Y rápidamente, todos miraban hacia afuera, con esa costumbre tan nuestra de echar balones fuera. Así, los sospechosos eran, no necesariamente por este orden: los botones del hotel, los maleteros del aeropuerto, el conductor del taxi, el vecino de habitación, que caminaba siempre mirando hacia atrás y tenía un sospechoso bulto en el sobaco. Muy bien, todos conocemos lo aficionados que son en los hoteles de todo el mundo a instalarte detonadores en las maletas. Sin embargo, hay dos personas de las que nadie ha sospechado en ningún momento: de la peluquera y de su marido. Dejando de lado que la chica tiene cara de culpable (problemas de la genética, supongo), mi teoría personal, y la que más puntos gana conforme lo pienso, es que el culpable de todo es el marido.

Me explico. Ha permanecido siempre en la sombra, no se le ha visto llorar (algo a lo que todo el mundo que sale en la tele es muy dado siempre), no ha hecho declaraciones, y nadie sabe quién es, a qué se dedica o cómo pasa el tiempo libre. Y si lo saben, lo han silenciado. ¿Por qué creo que ha sido el marido? Fácil. Estamos ante el clásico caso de marido que se casa enamorado, pero despistado, y que en el breve espacio de tiempo de la luna de miel, se da cuenta de que no soporta a su mujer. O cómo dijo otro alguna vez, se da cuenta que no tienen conversación suficiente para el resto de su vida. ¿Solución tradicional, pero escandalosa familiarmente hablando? Divorcio inmediato conforme bajan del avión. ¿Solución imaginativa, acorde con estos tiempos conspiparanoicos y terroristas? Comprar un detonador en el rastro, unas balas al maletero del hotel (¿a quién si no?) e introducirlas en la maleta de la mujer. El resto lo hacen los medios.

Historia de historias

Historia de historias

Mi vida transcurrió durante mucho tiempo entre guiones ajenos de películas ajenas. Leí más de los que podía recordar, y ahora recuerdo más de los que necesito. Aquellas historias que corregía, desechaba, mejoraba o empeoraba se me aparecen en sueños, me persiguen, me azotan y están planeando hacerme saltar desde la pasarela de un barco a un mar lleno de gente como yo. Durante mucho tiempo pensé en borrarlas de mi memoria, en pagar un tratamiento para hacerlas desaparecer. Hoy, todas esas historias plagadas de errores, lo sé, son mi mejor patrimonio, una fuente de ideas que no repetir, un mapa del tesoro al revés.

Incidencia de envío

 

Ayer recibí una extraña llamada. Era de un número de Madrid desconocido. Descolgué y una señorita automática y programada me informó de lo siguiente:

"Su servicio ha sido cancelado. Vuelva a intentarlo pasados unos minutos. Muchísimas gracias".

Llueve mucho, y yo no había contratado ningún servicio.